Hace unos días leía un viejo poema que hablaba de cómo cada cosa, cada actitud, cada acción que una persona decide desarrollar se puede convertir en un riesgo que uno corre. Llorar es un riesgo, reír es un riesgo, tener hijos es un riesgo, amar es un riesgo, conocer a nuevas personas es un riesgo, viajar es un riesgo, comer en exceso es un riesgo, hacer lo diferente es un riesgo y emprender un nuevo negocio es un riesgo.
Lo verdaderamente hermoso de este poema es que nos comparte como, a pesar de todos estos riesgos antes señalados, el mayor riesgo, el mayor peligro al que estamos expuestos, es querer vivir una vida sin correr ningún riesgo.
Escribir hoy en día sobre emprendimiento y, además, orientarlo a los jóvenes es un riesgo, y de los más grandes. Riesgo es escribir sobre ello, porque al escribir dejo huella y, además, puedo dejar marca. Una marca en las personas, en los jóvenes de nuestra barriada, si hablamos de realidades, al escribir de emprendimiento en un país donde no existe educación ni aprendizaje para ponerlo en acción, donde sólo es una manera de autoempleo que los propios organismos oficiales la han terminado por convertir en una nueva burbuja, al igual que ya ocurrió con la construcción en este país.
Emprender no deja de ser una búsqueda de ese empleo que hoy en día la sociedad no puede, no sabe o no quiere facilitar a toda esa cantidad de jóvenes que terminan sus estudios. Hablo de un trabajo donde poder desarrollar la cantidad de conocimientos que, de alguna manera, les han obligado a estudiar.
Quiero que este artículo resulte motivador para estos jóvenes que conviven en nuestra barriada, porque para mí no existe mayor motivación que construir proyectos desde la realidad que tengo y con la realidad social donde voy a compartirla. Una realidad, en Trassierra, que habla del olvido donde han sido alojados las diferentes generaciones de jóvenes en nuestra barriada, un lugar donde se vive con mucha calidad de naturaleza y tranquilidad pero que en los últimos cuarenta años no ha arriesgado NADA para que hoy podamos exigirle a esos jóvenes que sean ellos los que tengan que arriesgar.
Escribir sobre emprendimiento en un lugar como Santa Mª de Trassierra resulta complicado poder resumirlo en un A4, porque para emprender se necesitan “euros”, así es, pero más importante y necesario es disponer de imaginación, creatividad, ideas, actitud y aprendizajes donde poder compartir experiencias y vivencias de negocios, espacios y talleres donde unos puedan aprender de otros.
Pedimos a los jóvenes que cambien su actitud, que varíen su manera de pensar y lo creo posible, lo afirmo, pero igual de importante es respirar esa emoción que implica iniciarse en la aventura de montar su propio negocio. Para ello necesitan ese acompañamiento y guía para poder llevarlo a cabo, necesitan de profesionales que escuchen sus ideas y le faciliten los procesos que conlleva hacer realidad una idea convirtiéndola en un negocio.
Mientras piensan en ello los que tienen ciertos poderes de decisión, os animo a que pongáis en marcha cualquier idea o proyecto que ronde vuestra imaginación, eso sí, siempre con un motivación basada en la realidad. Puede ser que, por primera vez, sea bueno para ti pensar en grande y llegar con tu idea más allá de nuestra barriada, allá hasta donde tú idea y actitud lo vea posible. Vivimos en un mundo globalizado y vuestra idea tiene que saber adaptarse a ello.
Si así lo decides, estaré encantado de colaborar y participar en todas aquellas propuestas que veáis factibles.
Trassierra necesita de tus ideas y actitudes para hacer de este paraje un lugar donde las nuevas generaciones que están por venir, puedan hacer de sus vivencias, hermosos recuerdos como los nuestros.
Revista Fiesta de la Avellana 2016
Santa Mª de Trassierra
Adolfo López
Escritor&Coach
www.adolfolopezgarcia.com