«La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar»
(El Principito)
Esos momentos en mi vida donde puedo llegar a comprobar con que facilidad hablo del adiós. Justo cuando tomo conciencia de esa nueva realidad, es cuando percibo lo complicado que resulta saber comportarse en una despedida. Curiosa sensación.
Aquellos que hablan solamente del adiós, son las mismas personas que piensan en sueños dormidos, emociones apagadas y altos momentos de ilusiones perdidas. Los mismos que sienten añoranzas por caricias que hoy ya no tienen, tristeza en los ojos abandonados y una insatisfacción personal al sentir como sus manos son sostenidas por la soledad.
Podría ser como ellos, pero no quiero ser así. Por muchas razones y por una sola.
¡Por mi vida!
Una vida que no se conforma sólo con lo que ya he conseguido, sino con todo lo que aún me queda por conseguir. Y si, ¡lo quiero! Una vida que me permita conquistarte y conquistarme, de nuevo, cada día. Distinta, atolandrada en ocasiones, nerviosa, sin maldad, que trabaja con uñas y dientes por todo aquello que cree.
Podría hablar de cosas malas, pero no puedo.
¡No me da la gana!
Hace unos días escuchaba una impactante reflexión a una simple pregunta:
¿El mundo podría ir mejor?
Si, pero son más los que no quieren o no están interesados que los que si queremos.
Podría convertirme en una «Juana de Arco» en esto del amor, luchando contra todo aquello que para mi puede resultar injusto…
Podría, pero no quiero. Porque entonces estaría imponiendo mi manera de entender y hacer, y no lo quiero. Recuerdo el final de esa reflexión: «Haz lo que quieras, lucha contra el mundo si así fuera tu deseo, pero recuerda como murió Juana de Arco». Lo siento, no quiero morir de esa manera.
Podría hablar de adiós, pero quiero hablar de un hasta luego. Porque yo me hago esta pregunta:
¿Nos encontraremos de nuevo tú y yo?
He aprendido que esto de amar tiene muchos defectos, que es un tonto aquel que sólo presta atención a las virtudes, porque son las típicas personas que son consumidas cuando la situaciones se ponen difíciles. Son las personas que primero dudaran y entonces, la ilusión comenzará a divagar, como reseña de su vida.
Podría instalarme en aquello que fuimos, pero no quiero. Porque esos recuerdos son, sencillamente, lo que hoy soy. Porque los recuerdos no pueden ser útiles tan solo para planificar más de lo mismo, sino también para experimentar y disfrutar de nuevos sentimientos. Nuevas maneras para amar, comprender, aceptar, respetar y vivir.
Podría interrumpir tu salida de mi vida, pero no quiero. Porque tú no eres de mi propiedad, si decides marchar eres libre, aunque signifique renunciar a una persona que amo. Para mí ha sido una gran experiencia poder disfrutar y crecer como personas juntos, seguro que recordaré siempre lo bueno y quiero aprender de lo malo. Es el coste, que estoy dispuesto a pagar, por querer vivir de forma incongruente con los tópicos.
Podría ser como esa persona que ya fui, pero no quiero. Defiendo un estilo de vida tan diferente como apasionante a la misma vez, una revolución silenciosa que consiste en hacer que las personas volvamos a conectar con aquello que realmente somos, a través de una relación donde la Autenticidad brille de manera especial y excepcional. Tengo que ser yo mismo, y ser yo mismo es muy complejo, porque existen partes de mi que no conozco y no puedo ver.
Podría compartir mucho más, pero no quiero. Esa generosidad que ya forma mi manera de comprender la vida, me indica que ha llegado el momento de despedirme. Quiero darte las gracias por todos esos momentos que me has hecho sonreír, los momentos donde hemos llorado juntos, los que hemos inventado, descubierto y hecho crecer.
Quiero pensar que, si somos el uno para el otro, nuestros caminos de vida harán que nos volvamos a unir.
Yo Creo, ¿Tú Crees?
Adolfo López
Escritor&Coach
#SoyloqueAmo