«Ahora escribo menos y siento más»
Antes de ayer escribía, sintiendo, por otros.
Ayer, sintiendo, escribía sólo para ti, mi niña.
Hoy… hoy, sintiendo, escribo para mí.
Tres años escribiendo historias, experiencias y vivencias de otras personas, otras situaciones y otras oportunidades, muchas de las cuales me han servido para aprender, pero a la misma vez, han logrado provocar en mí cierto cansancio. Por ello, este relato, esta confidencia, hoy, la escribo sólo para mí.
No es necesario que la leas, y si la lees, no es necesario que la comprendas. Pero si la lees y la comprendes, entonces significará que estás un paso más cerca de mi corazón.
Gracias.
Hola amigo
«No deja de sorprenderme el encontrarte un año más, 24 de Diciembre, aquí. Tantas historias las vividas unidos, como para hoy volver a verme frente a las teclas de mi ordenador y, por primera vez, no saber que contarte. Escribo y borro, una y otra vez. No sé qué decirte, que hacer, cómo encontrar, de qué hablar.
Lo entiendo, no quieres permanecer más tiempo dentro de mi. Te apetece volar, de nacer para vivir. ¿Sabes? Es cierto que la vida no consiste en vivir en cuevas, aislándonos. No querido amigo.
¿Puedo compartir contigo un secreto?
Escúchame… he conocido a otra persona. Así es. Desde que lo conocí hemos discutido, enfadado, vividos dudas y muchos miedos, también hemos reído y aprendido a perdonarnos. Escúchame… nos hemos perdido, pero siempre juntos. Siempre.
¿No sabes de quién te hablo?
Te estoy hablando de mí.
¿Te sorprendes?
Yo no… hace tiempo que no quedaba conmigo mismo para tomar algo y contarme como me va la vida. Mientras hablo con mi «amigo», recuerdo como de temeroso he sido tiempo atrás pensando que no voy a ser capaz… de darlo todo en tantas ocasiones. En cambio, mi amigo, el otro yo, ha pasado estos últimos tres años abriendo puertas y creando nuevas ventanas desde las que poder disfrutar de la vida.
Respira tranquilo, yo sé que tanto el uno como el otro se necesitan para poder sobrevivir en este mundo. Ambos se ofrecen, hablan y se alimentan juntos de ese maravilloso lugar que nos ofrece el sentir las emociones.
¿Sabes?…
No ha sido, no es fácil encajar en un mundo «lleno de agujas», egoísmos, dobles intenciones y excesivo ruido social. Lo sé amigo, ambos lo sabemos, sentimos lo que otros no perciben, vemos realidades que a otros se les escapan. Por sorpresa, un día descubrimos como necesitábamos usar gafas para ver que existe a nuestro alrededor y nos las colocamos. Abrimos los ojos y teníamos colocadas unas «gafas invisibles», las cuales nos hicieron descubrir el mundo de otra forma, con un corazón más abierto, pero a la vez más vulnerable.
Abrimos nuestro cofre, lleno de empatía, y salimos al mundo para compartirlo.
¿Recuerdas?…
El resto del mundo carecía de ese valor y entonces nos vimos diferentes.
¿Qué nos pasó?
Tuvimos que aprender a reconocer como somos, aprendimos a disfrutar y vivir desde el corazón. Aprender a gestionar cómo somos personas extremadamente intuitivas, así es, sentimos todo antes y con más intensidad que los demás. ¡No te enfades! nuestra sensibilidad nos hace ser más críticos con ciertas formas de actuar de los demás, con sus ruidos excesivos que no nos favorecen y, por ello, en alguna ocasión lo hemos «pagado» con ellos. Debemos saber pedir perdón por ello.
Cierto amigo mío, lo importante que es para nosotros ese valor llamado respeto y que poco es utilizado en nuestro mundo. Nos han llamado «introvertidos» cuando tan solo hemos necesitado que respetaran nuestra forma de sentir y recibir esa energía que los demás compartían con nosotros. Si amigo, ¡nos han gritado!, ¡nos han agredido!… lo recuerdo como si fuera hoy. Todavía existen demasiadas personas que no perciben como el respeto, hacia los demás, conlleva saber controlar la intensidad de los sonidos que apoyan sobre las palabras.
No te preocupes amigo mío, hemos tenido que aprender a adaptarnos al entorno, eso sí, a nuestra manera. Para lograrlo, para poder vivir eso que llaman «una vida normal», hemos necesitado nuestro espacio y nuestro tiempo. ¡Vaya!, me agrada tu sonrisa…
¿Recuerdas sus caras cuando nos veían alejados o solos?
Buscábamos esa concentración tan necesaria para nosotros con el fin de poder lograr entender nuestro entorno, ese lugar donde nosotros también necesitamos vivir. Es cierto amigo, hay quienes han respetado nuestro distanciamiento, otros no.
Acuérdate de esos días que nos encontrábamos agotados, parecía que habíamos estado nadando a «contracorriente». Nadie nos comprendía, ni siquiera cuando hablábamos de algo tan hermoso como es… el amor. No seas travieso, no te rías y cuéntame tú también. Ahora recuerdo esa pregunta que en tantas ocasiones nos han hecho:
¿Por qué te tomas eso del amor tan a la tremenda?
¿De verdad no lo sabes?…
Porque lo experimento y vivo desde el corazón, tan solo por eso.
Así es… No, por favor, no llores amigo mío, no es el momento para esas lágrimas, porque eso, por lo que ahora lloras, ya pasó. Ambos hemos aprendido que el amor no se experimenta de la misma manera y, no somos nadie para pedirles a los demás que amen con nuestra misma intensidad. Ellos lo hacen a su manera, nosotros a la nuestra. Es verdad, sé cómo te sientes, pero debemos entender que ellos no perciben la realidad de igual manera a cómo nosotros lo hacemos.
Así es amigo, debemos saber cuidarnos ya que nuestras desilusiones, mentiras o rupturas nos llevan a grados de indefensión tan complejos que pueden provocar, para nosotros, caídas emocionales tan graves, con lesiones tan importantes, que mejor no pensar en ellas.
Si, es verdad amigo, esos momentos tan importantes para nosotros como es la sabiduría de la soledad. El placer de estar solos, leyendo, escuchando música, imaginando y creando. Una soledad que nos ayuda a escuchar nuestro interior para así poder sentirnos bien con nosotros mismos, respetarnos, amarnos y aprender como amar a los demás. Lo sé amigo mio, la vida que se experimenta y se decide vivir desde el corazón tiene mucho que ofrecer al mundo, tan solo es necesario que ese mundo quiera escuchar lo que nuestro corazón quiere compartir.
Cuánto hemos aprendido los dos juntos sobre las emociones, eso que tú llamas el cuchillo de doble filo, amigo. Conocerlas nos ha llevado a querer acercarnos a las personas para entenderlas y ello nos ha llevado, en demasiadas ocasiones, a ser más vulnerables al dolor. Que importa ahora, esto tan solo lo sabemos tú y yo: pocas emociones se viven con tanta intensidad como el amar y ser amado… Enraizado en nuestro corazón lo llevamos, amigo mío.
Cierto, somos únicos, gran verdad. Pero los demás también lo son. A su manera.
Me siento cansado, es hora de finalizar. Dame tu mano amigo, esa mano que protege a nuestro corazón y caminemos una vez más hacia nuestro destino, ese que sólo conocemos los dos y que juntos, estamos dispuestos a continuar escribiendo.
Escucha, alguien nos habla, escucha una vez más. Gracias corazón, tienes razón, ha llegado ese momento…
Abramos los ojos… es Navidad.»
¡Feliz Navidad amigo mio!
Adolfo López
Escritor&Coach
#SoyloqueAmo
Hola querido Amigo my especial su historia escrita de Usted mismo oh tal vez de analizar una vida con relación de encontrarse internamente con nuestros sentimientos, emociones vividas a diario de la vida, me ha parecido tan extraordinariamente interesante creo que es como ponernos enfrente de un espejo mismo y ponernos a reflexionar , analizar situaciones vividas creo que es muy importante me gusto mucho su escrito tiene un gran valor humanitario, gracias por compartir tanta belleza humanitariamente escrita es muy especialmente bella, éxitos y bendiciones